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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Miremos la "ESTRELLA", sigamos su "LUZ"

Junto con la Navidad, llegan también los deseos, los encuentros y los problemas que todo esto trae aparejado… los regalos… en fin una serie de “cotillón” navideño que abre nuestro corazón a la emoción y al recuerdo: emoción por el año terminado, por el sabernos juntos… y el recuerdo, que trae un poco de nostalgia y tristeza por aquellos que ya no están. Luces que nos impulsan a ver… luces que nos deslumbran con sus colores, con sus brillos… pero que, muchas veces nos impiden ver… la verdadera luz. ¿Por qué será que, en el medio de la nada uno puede ver mejor las estrellas? ¿Cuántas veces descubrimos, en el medio de la noche alguna estrella que nos llama la atención? En definitiva, necesitamos apagar las luces para poder ver “más allá”. Si las luces de la ciudad se apagaran, se podría ver claramente el cielo… ¿Qué pasaría si las luces de nuestro corazón se apagaran? ¿Qué pasaría si cada lucecita (nuestros anhelos, nuestros deseos, nuestras vanidades, nuestros pesares… todo, absolutamente todo…) se apagara? Seguramente que, desde el fondo de nuestro corazón, se encendería la única luz, la verdadera luz, aquella que no se apaga nunca, porque está “velando” en nuestro interior, porque sabe que sin luz estamos perdidos… Y allí, en la oscuridad, brilla esa luz, y nos dispone hacia ella, nos impulsa a su encuentro… “La Luz”… Jesús… que, como dice san Juan, no todos la ven, pero aquellos que pueden verla (que la reciben y creen en ella), les da el poder de ser Hijos de Dios (Jn 1, 11- 12) Una luz brilla en la noche… la luz de Jesús… Jesús mismo, el Hijo de Dios, que viene a conducir con su luz a todos los hombres de buena voluntad hacia el encuentro definitivo con nuestro Padre Dios, que, al tomar carne y sangre de María, se hace hermano y conseguirá iluminar nuestras vidas al contemplar la suya, ahora en un pesebre… mas tarde en una cruz… al fin, revestido de Gloria. “Que el Señor te bendiga y te proteja. Haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Te descubra su rostro y te conceda la paz.” (Num. 6, 24 – 26)

domingo, 5 de diciembre de 2010

LES ANUNCIO UNA BUENA NOTICIA